domingo, 27 de julio de 2008

El desarrollo responsable en la costa y la nueva ley de marinas

Somos dueños de un país cuyo territorio cubre 640.283 km2, de los cuales 92% es marino. Bordeando tal territorio se extienden 1.412km de bellas playas, ensenadas, golfos y bahías; cuyo valor en el mercado internacional alcanza US 4,236 billones de dólares, unos 2.118 billones de colones, producto de considerar solo el valor del primer kilómetro tierra adentro. Esta riqueza es manejada por empresas transnacionales, las cuales no dudan en pagar míseras granjerías de todo orden para garantizar su inversión.

No obstante estas realidades tangibles, nuestros gobernantes no han incorporado de manera racional estos recursos naturales al desarrollo nacional. Sencillamente se ha pasado por alto esa dimensión, así como las oportunidades que ofrece para el futuro la última frontera de la humanidad. Se ha dejado en manos de los gobiernos locales su manejo y las evidencias indican que los errores cometidos son de gran magnitud; irreversibles y muy contrarios al desarrollo sostenible.

Nuestra cultura ni siquiera ha profundizado históricamente en el significado del nombre de nuestro país. Por un lado la palabra costa indica que la realidad de nuestro pueblo está ligada a esa bella conjunción donde el océano besa el continente. Técnicamente corresponde a la región del territorio que va unos 20km tierra adentro, donde es palpable la mezcla de la sal del océano con el agua de los ríos; hasta el lugar donde la plataforma continental penetra en las profundidades marinas siempre en tinieblas. Esta amplia franja de tierra y agua, tiene un ancho medio de 40 kilómetros en el Pacífico y de 25 kilómetros en el Caribe, con insospechada cantidad de recursos marinos: minerales, energéticos, vivos, renovables e ir renovables, degradados y vírgenes algunos. Se ubica aquí la delgada Zona Marítimo Terrestre, o sencillamente el litoral, donde yacen las playas rocosas o de arena, los acantilados e islotes, los estuarios –o esteros-; de los cuales el Golfo de Nicoya y el Golfo Dulce son los más fieles exponentes, las desembocaduras de los ríos y todo tipo de humedales -grandes reservorios de vida estorbosos al pretendido desarrollo-, todo lo cual constituye la meta del dinero fácil para la inversión foránea.

Y la palabra rica -referida a la costa- no se refiere a las ilusiones que motivaron los dijes de oro que colgaban en los cuellos de los indígenas y que hoy algunos lucen en la Avenida Central. Es un potencial que no hemos incorporado a nuestra producción y desarrollo, suficientes para un desarrollo sostenido.

En un país ístmico los niños debieran conocer que es un delfín, una ola y una corriente marina, tan bien como conocen la importancia de los volcanes, el suelo y el café. Los jóvenes de las costas deben saber lo importante de los arrecifes, la vulnerabilidad de las especies que ahí habitan, lo frágil del manglar y del porqué no se puede construir a menos de 300 metros de la playa en un ecosistema tropical. Ellos en 25 años administrarán este país. Tendrán que enfrentar cómo darle techo, comida y trabajo a 15 millones de personas. Por ello tenemos la responsabilidad de abrir su mente a nuevos horizontes del desarrollo, garantizando desde ya la preservación del medio y sus recursos naturales.

Si nuestro pueblo y las inmigraciones continúan incrementando en progresión geométrica, pronto no habrá tierra buena que sembrar ni áreas de pastoreo. Es entonces que empezaremos a utilizar ese 90% de nuestro territorio, aquel gran desconocido para los viejos de hoy, el cual debemos confesar no hemos cuidado en tratados marítimos internacionales ni protegido de la contaminación.

Dentro de esta perspectiva de sostenibilidad, es preciso analizar acciones fundamentales del Estado y la empresa privada como motores del desarrollo costero. Y nada mejor que el caso Papagayo.

Ø La Contraloría General de la República indica que en los últimos diez años se han realizado erogaciones cuantiosas para obras de infraestructura y gastos operativos, cuyo monto podría alcanzar 25.000 millones de colones. Una suma que exige la mirada cuidadosa de quienes tienen la responsabilidad de supervisar los gastos del Estado.

Ø Privilegios, exoneración total de impuestos, bienes a perpetuidad, entrega de servicios públicos, crédito estatal ilimitado, obligación de las instituciones públicas de suministrar agua, electricidad, telefonía y redes viales; son algunas concesiones inaceptables para nuestro pueblo establecidas en la normativa que rige el polo de desarrollo.

Ø Efectivamente el modelo papagayo se gesta en 1982 con la ley 6758 y es notorio que a lo largo de sus documentos estratégicos palabras claves como: daño ambiental, contaminación, responsabilidad ambiental, disponibilidad de agua potable, capacidad de carga o fragilidad ambiental; esenciales en la planificación del desarrollo costero que debiera caracterizar una obra de esta envergadura, están ausentes. Sin mayor reparo, estas variables ligadas al desarrollo responsable y serio, son ajenas a un modelo visto tan solo como fuente de grandes negocios con tierras de todos.

Ø Bahía Culebra, corazón del proyecto, otrora paraíso marino pletórico de vida y con el mejor arrecife del país, se encuentra amenazado por los impactos combinados del hotel Allegro Papagayo –de ingrata memoria- y por la marina del mismo nombre, colindantes con el arrecife. Corrientes marinas alteradas, flujos de sedimentos, arenas y lodos, ponen en evidencia que la legislación y sus actores han quedado cortos en la protección de valiosos recursos costeros. Y se ha llegado a la praxis en servicios estratégicos como el agua, de extraerlos desde comunidades vecinas, menospreciando los intereses locales.

Ø La iniciativa se aprobó hace 20 años pues ofrecía generar empleo y riqueza nacional. Solo que los empleos son de mucamas y la riqueza de unos pocos inversionistas, sin que el derrame incae llegue a la población. Pero se obliga a la banca estatal y a las instituciones de servicio público, donde también están los amigos, a financiar la infraestructura. Misma que se vende como parte del paquete que se ofrece al capital internacional.

Esta evaluación nos permite orientar una solución de fondo que permita lograr armonía y sostenibilidad en las decisiones políticas. Es urgente llevar a cabo una revisión profunda de la normativa nacional sobre el manejo y administración de la zona costera, incluyendo la Ley de La Zona Maritimo Terrestre, La Ley Orgánica del Ambiente, Ley de Parques Nacionales, Ley Papagayo, decenas de Decretos Ejecutivos y Ley de Marinas, entre otras. Se trata de la obligación inmediata de ordenar el uso de la zona costera en la acepción referida. No se pueden seguir aprobando leyes como la pretendida Ley de Marinas y Atracaderos Turisticos, con el propósito tan solo de facilitar las inversiones foráneas en la zona costera, violentando inclusive normas que establecen algunos controles sobre la misma región espacial. Un proyecto de ley que se aprovecha –por un lado- de la gran confusión e ignorancia de nuestros legisladores y –por otro-, de la falta de entendimiento sobre el manejo apropiado de estos frágiles ecosistemas, destinados a desaparecer en pocos años si no hacemos un alto en el camino y ordenamos nuestro país en este campo estratégico.

La fuerte inversión internacional, la generación de empleo y la rapidez del trámite administrativo para los inversionistas; son aparentes razones para aprobar esta nociva ley. Pero es en el fondo un intento adicional para ejercitar el modelo de desarrollo de la zona costera version papagayo. Por el contrario, el modelo que se debe impulsar debe asentarse sobre el raigambre social de estas comunidades, facilitar la apropiación y el manejo responsable de los recursos marinos, propiciando el turismo rural ecológico. Y desde luego la inversión foránea puede ser importante, pero enmarcada en normas de proporcionalidad y genuino esfuerzo nacional. Jamás en el desplazamiento y el menosprecio social de quienes son también hijos de esta tierra.

En estos momentos del desarrollo costero caótico, el país requiere de un análisis pausado y serio de los proyectos que comprometen los recursos marinos por varias décadas o a perpetuidad. Es preciso primero sentar sólidas bases para que el desarrollismo no termine ahogando las comunidades. Una pausa es también prudente para la prometedora empresa turística nacional, la cual no puede resisitir el paso acelerado de la gran competencia foránea. El problema en la zona costera no es el empleo, es dignidad laboral e igualdad de oportunidades en un crecimiento razonable también para nuestros capitales criollos. Es progresar en armonía con el ambiente y con el vecino. Es generar riqueza para todos y para todas con dignidad; y de ser posible, con una fuerte participación comunal.

martes, 22 de julio de 2008

Huracanes y cambio climatico











Imagen del satélite GOES del 22 de julio 2008. Se observan tres tormentas tropicales: Fausto y Genevieve en el Pacífico. Dolly en el Golfo de México. Dos de ellas generadas en superficie marina tica. Es el inicio de una temporada de huracanes severos sobre Mesoamérica. Fuente NOAA. Adaptación Instituto de Costas.

La emisión de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera por el transporte vehicular, la industria, el comercio desenfrenado, la emisión de óxidos nitrosos por las fábricas de abono, de moléculas complejas por industrias de plásticos, aerosoles, aluminio, cemento, estereofón, entre otras; todos materiales de uso común en cuya fabricación generan en la atmósfera globalizada moléculas nocivas que por miles de años alterarán el balance natural térmico. Por otro lado la voracidad de la especie humana, acaba con los bosques y áreas verdes, transformándolas en áreas blanquecinas, mediante la quema de millones de hectáreas cada año, contribuyendo a la acumulación de dióxido de carbono, o mediante la construcción de ciudades y urbanizaciones en cuyo territorios la radiación solar otrora absorbida y trasformada en génesis de vida equilibrada, ahora se refleja y agrega al calor disponible. Todo lo cual incrementa el efecto invernadero, destruye la capa de ozono que nos defiende de la radiación ultravioleta y acumula anormalmente más energía térmica en el planeta, el cual rompió su equilibrio.

Este exceso de energía tiene esencia de radiación térmica de onda larga, la cual no puede atravesar naturalmente el tejido molecular atmosférico y salir al espacio exterior. Por ello se queda atrapada en la baja atmósfera donde afecta la biosfera que comparte.

Este tiene dos grandes consecuencias sobre nuestra región. Por un lado el exceso de calor en la superficie del océano elevará el calor latente disponible, lo cual asociado a las cálidas masas de aire tropicales, intensifica la cantidad y categoría de las tormentas: por ello cada invierno será más severo en términos de la gran cantidad de lluvia en periodos cortos, lo cual unido a la carencia de planificación urbana y al uso improvisado del suelo, traerá hondas consecuencias sobre los habitantes y sus bienes inmobiliarios.

Se acentuarán los daños a la agricultura por inundación de terrenos agrícolas, pues no podrán drenar en un tiempo razonable tanta agua. Igualmente la ganadería se ve afectada por la humedad excesiva en suelos hiperhúmedos. Así cada año las inundaciones sobre las ciudades costeras como Parrita, el bajo Tempisque, Sixaola, Palmar Sur y otras, serán cosa habitual, por lo que su abandono será gradual.

La mayor frecuencia e intensidad de las tormentas, incrementará las marejadas sobre el litoral Pacífico, por lo cual el oleaje golpeará con más frecuencia las comunidades de la costa, sus puertos y las facilidades de atraque.

Por todo lo anterior, enfrentar el Cambio Climático requiere de una nueva cultura, la cual se debe ir fraguando al calor de procesos educativos e informativos que con responsabilidad social induzcan un cambio gradual en la presente generación. Los gobiernos de nuestros países tienen la obligación de atender con la mayor seriedad este panorama mundial y hacer lo propio en sus pueblos.

Una muestra de exceso de energía disponible, es bien visualizada en una serie de tres tormentas simultaneas sobre una misma región del Planeta. Típica antesala de los efectos permanentes del cambio Climático sobre zonas tropicales.




domingo, 20 de julio de 2008

Nueva cultura ante el cambio climático

La factura petrolera que drena los dólares de nuestro país, el costo de la super y del diesel para las empresas, han logrado que finalmente los medios de información influyentes y con ello, el hombre común, vuelva su mirada hacia la crisis energética como un fenómeno producto de la globalización. Y acepte que más allá de telenovelas, fútbol de tercera categoría y bailando por un sueño; hay una realidad que está a la vuelta de la esquina y que podría amenazar sus bolsillos en el corto plazo de forma sostenible.

No se explica al gran público que hay fenómenos de la naturaleza no naturales –inducidos por la especie humana- que han sobrepasando los límites impuestos por Gran Arquitecto a nuestro Globo, que desde mediados de los años setenta inician la degeneración planetaria y que en el siglo XXI han hecho pensar a científicos y centros de investigación en una extensión finita de la especie humana, una vida genética que no va más allá de dos o tres centenas de años. Por ello en la década de los ochentas se pasó de la aventura espacial al monitoreo terrestre; y los satélites desde entonces miran hacia abajo, auscultando nuestro planeta y tomando el pulso de un ser que se queja por nuestra conducta irresponsable. Tal es el significado de fondo del premio nobel de la paz a un grupo de personas que nos alertan sobre la seriedad del cambio planetario.

La emisión de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera por el transporte vehicular, la industria, el comercio desenfrenado, la emisión de óxidos nitrosos por las fábricas de abono, de moléculas complejas por industrias de plásticos, aerosoles, aluminio, cemento, estereofón, entre otras; todos materiales de uso común en cuya fabricación generan en la atmósfera globalizada moléculas nocivas que por miles de años alterarán el balance natural térmico. Por otro lado la voracidad de la especie humana, acaba con los bosques y áreas verdes, transformándolas en áreas blanquecinas, mediante la quema de millones de hectáreas cada año, contribuyendo a la acumulación de dióxido de carbono, o mediante la construcción de ciudades y urbanizaciones en cuyo territorios la radiación solar otrora absorbida y trasformada en génesis de vida equilibrada, ahora se refleja y agrega al calor disponible. Todo lo cual incrementa el efecto invernadero, destruye la capa de ozono que nos defiende de la radiación ultravioleta y acumula anormalmente más energía térmica en el planeta, el cual rompió su equilibrio.

Este exceso de energía tiene esencia de radiación térmica de onda larga, la cual no puede atravesar naturalmente el tejido molecular atmosférico y salir al espacio exterior. Por ello se queda atrapada en la baja atmósfera donde afecta la biosfera que comparte.

El destino de buena parte de esta energía sobrante y de la mayoría de las partículas contaminantes es quedar atrapadas en la superficie del océano, como resultado de cubrir este un 72% de la cara del Ecosistema. Aquí son absorbidas y remitidas al fondo del mar por el sistema de corrientes marinas. Gracias a ello, después de 35 años de haber roto el equilibrio planetario, recién se empiezan a sentir las consecuencias de una conducta irresponsable.

Pero el ciclo natural de los océanos sigue su marcha y entre los años 2020 y el 2030 las profundas corrientes marinas que han tragado estos materiales y el exceso de calor, emergerán a la superficie y unirán los excesos de los ochentas a los de esa época, iniciando un proceso de rápido cambio climático de graves consecuencias para los seres vivos del planeta. Por ello disponemos solo de una década para cambiar nuestra conducta energética y de consumo, pues de lo contrario nuestros hijos heredaran un mundo poco agradable.

El aumento en la producción de bienes de consumo popular, la aceleración de las economías asiáticas y el incremento geométrico de la población son factores extraordinarios que se unen a la energía liberada en numerosos procesos para dar confort a la especie humana produciendo el llamado calentamiento global. Este tiene dos grandes consecuencias sobre nuestra región. Por un lado el exceso de calor en la superficie del océano elevará el calor latente disponible, lo cual asociado a las cálidas masas de aire tropicales, intensifica la cantidad y categoría de las tormentas: por ello cada invierno será más severo en términos de la gran cantidad de lluvia en periodos cortos, lo cual unido a la carencia de planificación urbana y al uso improvisado del suelo, traerá hondas consecuencias sobre los habitantes y sus bienes inmobiliarios.

Se acentuarán los daños a la agricultura por inundación de terrenos agrícolas, pues no podrán drenar en un tiempo razonable tanta agua. Igualmente la ganadería se ve afectada por la humedad excesiva en suelos hiperhúmedos. Así cada año las inundaciones sobre las ciudades costeras como Parrita, el bajo Tempisque, Sixaola, Palmar Sur y otras, serán cosa habitual, por lo que su abandono será gradual.

Por otro, el calentamiento elevará más la temperatura en la superficie de la Tierra, acelerando el deshielo polar y la variación de las características ambientales de los ecosistemas marinos y continentales –humedad, temperatura, salinidad, radiación solar- se saldrá de las normas establecidas en millones de años. Ello en términos prácticos tiene varias consecuencias:

· Los estuarios son las aéreas más productivas de la costa y de donde sale el 70% de los productos marinos que se consume en Costa Rica. Ellos disminuirán su producción de mariscos y peces, pues además de variar su temperatura, crecerá la escorrentía y la descarga aperiódica de sus afluentes. Descargas que además llevarán consigo mayor cantidad de agroquímicos en virtud del ímpetu en su génesis

· Como consecuencia del deshielo polar y continental, así como del aumento de temperatura oceánica, el agua marina aumentará de volumen, inundando ciudades costeras, reduciendo el ancho de playas e impulsando el agua salobre tierra adentro en manglares y desembocaduras de ríos. Este fenómeno ya es evidente en Parrita y Santa Cruz –pacífico central y norte de Costa Rica- y en el Golfo de Fonseca – tanto en el litoral de Honduras (Cedeño) como en El Salvador (El Tamarindo).

· La mayor frecuencia e intensidad de las tormentas, incrementará las marejadas sobre el litoral Pacífico, por lo cual el oleaje golpeará con más frecuencia las comunidades de la costa, sus puertos y las facilidades de atraque.

· La intensificación de El Niño y La Niña constituyen una de las primeras manifestaciones del Calentamiento Global. Son mecanismos por los cuales el exceso de energía en zonas tropicales se redistribuye en el planeta. Verano más secos y largos, precipitaciones excesivas en el Caribe, son consecuencias de El Niño sobre América Central. Severas precipitaciones en el litoral del Pacifico y relativas sequias en el Caribe, caracterizan la Niña. Estos fenómenos hasta 1990 tenían una frecuencia de 6-9 años, y en el nuevo siglo los percibiremos cada 2-3 años. Pero lo más nocivo es el estrés a que se someten los seres vivos en los ecosistemas al ser cada día más frecuentes estas situaciones anómalas.

Por todo lo anterior, enfrentar el Cambio Climático requiere de una nueva cultura, la cual se debe ir fraguando al calor de procesos educativos e informativos que con responsabilidad social induzcan un cambio gradual en la presente generación. Los gobiernos de nuestros países tienen la obligación de atender con la mayor seriedad este panorama mundial y hacer lo propio en sus pueblos.

Nueva cultura energética

Tenernos la obligación de reducir a un mínimo la dependencia de combustibles hidrocarburados: contaminan el planeta y compiten con usos de mayor beneficio para la humanidad del mismo petróleo: medicamentos, fibras, ceras, tuberías, techos, canoas, envases especiales, entre otros. Para beneficio de todos, su alto precio hoy vuelve rentable el uso de nuevas alternativas en las cuales la región es competitiva.

La generación hidroeléctrica es altamente rentable y no contaminante, bien cuando se genera en caudales de ríos o en caudales marinos, tal como el Golfo de Nicoya o el Golfo de Fonseca. Con esta fuente resolvemos el 70% del problema vial, electrificando las carreteras, propiciando el uso colectivo de trenes con alta eficiencia en todas direcciones y ciudades del país.

Y hablamos de una nueva cultura, pues así como dependemos de la red pública para cocinar, igual debemos adaptarnos al transporte eléctrico colectivo y olvidarnos del transporte individual, restringiéndolo a los autos eléctricos o a la bicicleta para corta distancia. Ello exige transformar las vías públicas y planificar seriamente y con claridad de metas, dando un plazo de unos 10 años a las empresas y consumidores, por exigencia ética, para transformar gradualmente sus hábitos de vida y horarios de trabajo en aras del mejor propósito: la continuidad de la especie humana.

Tenemos otras fuentes promisorias que deben ser parte de la solución energética. La energía geotérmica de bajo impacto ambiental, es una alternativa que ya produce el 15% de la generación eléctrica. La energía eólica 100% limpia, la extraemos solo en la cordillera de Guanacaste, pero podría extenderse su extracción a otros pasos de montaña y sobre áreas marinas.

La energía solar ha demostrado en 30 años de experiencia nacional ser competitiva en el calentamiento de agua en procesos industriales y domésticos, donde los 50-70 grados centígrados son ideales. Ello reduce notoriamente la factura mensual. Por su lado la cocción solar en las soleadas llanuras del Pacifico o en las altas montañas de la Cordillera Central, son viables en la vida cotidiana.

Los biodigestores constituyen una excelente y fácil alternativa en fincas y comunidades donde se produzca estiércol de toda índole.

Las comunidades costeras tienen a su alcance el vaivén infinito de las olas y el diferencial térmico de los cañones submarinos allende sus costas, para establecer plantas de pequeña potencia, suficientes para llenar las necesidades de baja densidad en aquellas comunidades.

Y dejaremos a 50 años plazo la posibilidad de extraer con nuevas tecnologías los hidratos de metano y el gas natural de nuestros vastos océanos, con un potencial energético para más de 300 años.

Consumo responsable

Una parte importante de la solución y contribución a la salud global, es disminuir la producción de contaminantes de larga vida e impacto pues el precio ambiental es tan alto para nuestro planeta que amenaza la vida de generaciones futuras. Es nuestro deber cambiar los hábitos de consumo, pues como el último eslabón de esta cadena, somos el elemento más importante del proceso productivo. Por ello con poner en vigencia viejos hábitos como utilizar bolsas de tela, cajas de cartón, botellas de vidrio, platos y cucharas de losa o metal, abonos, alimentos e insecticidas orgánicos; estamos prolongando la vida del planeta –nuestro hogar- y la expectativa de una existencia digna para quienes hereden nuestro único mundo. Cuando vayamos a la pulpe o al súper, demos nuestro favor a empresas que ofrezcan papel, o vidrio, o cartón, o cuero, o madera en vez de materiales no biodegradables tales como el estereofón, el plástico o el tetrabrik.

Planificación responsable

El gobierno en general y los municipios en particular, deben ejecutar medidas que se fundamenten en políticas claras que aseguren una buena calidad de vida para los costarricenses de todas las clases sociales.

Sector urbano. Las construcciones y las urbanizaciones en general, deben reducir a un mínimo la reflexión solar y a un máximo la cobertura verde boscosa en sus alrededores, incluyendo la disminución de la escorrentía en caños y canoas. Ello atenúa el calor irradiado y la erosión de suelos, las inundaciones urbanas, la pérdida de agua potable en mantos acuíferos, la inundación costera y el arrastre masivo de contaminantes en quebradas y ríos.

Sector costero. Se debe garantizar a las generaciones futuras el derecho al disfrute de nuestras costas. Por ello debe agregarse a la Zona Marítimo Terrestre una región de tolerancia que depende de la vulnerabilidad local del ecosistema marino costero al Cambio Climático. Por ejemplo impedir la construcción de concreto a menos de 500m de las pleamares, de manglares y de humedales, e igualmente las construcciones permanentes en playas con pendiente baja y terrenos aledaños con humedales.

En general, la solución es viable; pero requiere de un genuino liderazgo del Estado y sus instituciones, de credibilidad pública y de campañas de educación congruentes con acciones responsables de los gobernantes y los gobernados.

domingo, 13 de julio de 2008

Ampliación de Soberanía y territorio: oportunidad de oro

Preámbulo

La revolución científico-tecnológica del Siglo XX multiplicó la capacidad de explotar espacios y recursos que constituían otrora reservas mundiales; con ello creció el daño a los ecosistemas y a las especies en todas las escalas naturales, producto de una población que aumenta en progresión geométrica, cuya saciedad se ve catalizada por el consumismo bárbaro que pregonan los masivos medios publicitarios. Una demanda de recursos naturales tan creciente como la cantidad de habitantes a mediados del siglo XXI, nos ofrece 15.000 millones de seres humanos devorando energía y recursos naturales, alterando los océanos, aumentando el derretimiento de los hielos polares y amenazando la estabilidad de las ciudades costeras.

Desde finales del siglo XX la búsqueda y explotación de hidrocarburos en las plataformas submarinas, asume un rol político-económico cada vez más intenso, a medida que la oferta mundial tiende a comprometer una demanda sostenidamente creciente. A los hidrocarburos se agregan hoy minerales estratégicos, cuyas reservas en tierra firme se han ido agotando. Emerge así una nueva realidad que es el océano como fuente de recursos, en una variedad y riqueza que sobrepasa por mucho al de las pesquerías. La humanidad del siglo XXI tiene en los lechos marinos reservas minerales de gigantescas dimensiones, capaces de cubrir la demanda durante varios siglos. Los de mayor interés son los nódulos polimetálicos, en los cuales el manganeso se encuentra al 24%; hierro al 14%; silicio al 9%; entre otros. Las exploraciones han comprobado que las mayores existencias se encuentran en el Océano Pacífico, aunque están esparcidos en todos los océanos.

Esta nueva realidad ha desatado grandes energías políticas que provocan conflictos diplomáticos y acuerdos a escala mundial. Pero un nuevo y decisivo factor se ha hecho presente: la gran empresa, provista de capital, de tecnologías avanzadas y de gran capacidad de planeamiento y de ejecución, autosuficiente para explorar y explotar los recursos del mar; empresas cuyos intereses no guardan relación con las decisiones políticas de los países ribereños.

Legislación internacional

La plataforma continental es la proyección submarina del continente, hasta las 100 brazas de profundidad. Termina allí donde la pendiente del suelo inicia un relieve más pronunciado que se llama talud continental. A su vez al pie del talud el relieve es menos empinado pero muy irregular. En este sector se acumulan los sedimentos que se han deslizado hasta las profundidades a lo largo del talud (Ilustración 1). Más allá de la plataforma continental con una constitución geológica diferenciada, se encuentran los fondos marinos o praderas abisales, con regiones llanas e irregulares, profundos cañones y verdaderas cordilleras y volcanes.

El suelo marino más valioso es la plataforma continental pues resulta más fácil explotar su subsuelo al tener la misma geología que el litoral continental, además tendrá los mismos recursos minerales (importante sobre todo en litorales petrolíferos); y siendo poco profunda, es accesible a los rayos solares que promueven la vida submarina.

Ilustración 1.Relieve del fondo marino.Se indica plataforma (verde intenso), talud (verde suave) y océano profundo (azul)




La Convención del Derecho del Mar de Naciones Unidas[1] desde el punto de vista de la jurisdicción del estado marítimo sobre suelo y subsuelo marinos, le asigna un espacio determinado por límites físicos, geológicos y jurídicos. En su artículo 76 la Convención establece que la plataforma continental de un estado ribereño se extiende hasta el borde exterior del margen continental o bien hasta una distancia de 200 millas náuticas contadas desde la línea de base. Esto significa que cuando la plataforma continental es tan angosta que finaliza geológicamente antes de las 200mn (Costa Rica), la Convención aumenta la jurisdicción del estado ribereño sobre suelo y subsuelo marinos hasta dicha distancia de la línea de base.

La distribución de riqueza mineral en los fondos marinos del Planeta no se halla por igual en todas direcciones. Acentúa su concentración en áreas cercanas a la costa, esto es, en un radio de tan solo cientos de millas náuticas allende, coincidiendo con la zona económica exclusiva (ZEE) de los países ribereños. Por otro lado los que se hallan en las grandes praderas oceánicas internacionales han sido declarados patrimonio de la humanidad, por lo que apropiarse de ellos es difícil al hallarse protegidos por la Autoridad de los Fondos Marinos de N.U. La estrecha faja de 12 millas náuticas o mar territorial por otro lado, es soberana en todo el Planeta. Así que solo les queda a los países poderosos echarle la mano a la ZEE en aquellos países cuya protección nacional es débil, como en el caso de muchos países latinoamericanos incluyendo Costa Rica.

Nuestra Constitución

El artículo 6 constitucional consta de dos partes en su articulado:

-Un primer párrafo el cual refiere que “El Estado ejerce la soberanía completa y exclusiva en el espacio aéreo de su territorio, en sus aguas territoriales en una distancia de doce millas a partir de la línea de bajamar a lo largo de sus costas, en su plataforma continental y en su zócalo insular de acuerdo con los principios del Derecho Internacional”.

La valoración geográfica de este primer párrafo deduce que el territorio soberano tiene una extensión tan solo de 58.730km2. Por ello el 98% de nuestros territorios oceánicos no son territorio nacional y las aguas bajo soberanía absoluta solo se extienden hasta 12 millas de la costa.

En 1975 se agregó un texto trascendental y de filosofía diferente, en consonancia con la Convención: Ejerce además (El Estado) una jurisdicción especial sobre los mares adyacentes en su territorio en una extensión de doscientas millas a partir de la misma línea, a fin de proteger, conservar y explotar con exclusividad todos los recursos y riquezas naturales existentes en las aguas, el suelo y el subsuelo de esas zonas, de conformidad con aquellos principios.

Se trata de una jurisdicción especial, no de Soberanía. Las zonas económicas exclusivas (ZEE) se consideran dominios reservados económicamente a los Estados y por ende la autoridad ejercida es puramente económica (teoría moderna de derecho marítimo). Aquí la cuantificación geográfica faculta 640.000km2 de los cuales solo el 9% es Soberano (Ilustración 2).

Ilustración 2.

Extensión real de los siete países de América Central, según una versión del USGS/TNC.

Adaptación de G. Quirós.

En nuestro país la cobertura oceánica supera el 90% del territorio y por ello la trascendencia de su identificación apropiada, sus características reales, su referencia oficial por las dependencias del Estado y la necesidad de modernizar nuestro sistema educativo, realzando la variedad y riqueza de nuestros recursos marinos. Ellos son (ilustración 3):

1. La gran planicie abisal del norte (color azul y café), la cual cubre un área cercana a 185.215km2, o sea casi cuatro veces el territorio nacional continental. Sobre esta superficie se produce de forma permanente el exclusivo fenómeno de domización. El cual a su vez ha generado enormes depósito de hidratos de metano, un cristal 185 veces más energético que el gas natural y que podría soportar las necesidades de energía de América Central por 350 años.

2. La Trinchera Mesoamericana que se origina en el sur de México y corre paralela al litoral Pacífico de América Central hasta la altura de Quepos. En nuestro territorio forma un cañón submarino angosto de 18km de ancho y 360km de largo, alcanzando los 4500m de profundidad. Las paredes orientales constituyen el talud continental, donde los sedimentos depositados por cientos de años tienen el potencial de generar maremotos sobre las ciudades costeras.

3. La Cordillera Cocos, la mayor y más alta del país, con al menos 15 montañas submarinas, dos grandes mesetas y varios cañones importantes. Tiene una extensión de 950km sobre el territorio nacional y un ancho medio de 270km, algo mayor que en el territorio continental. Prospecciones preliminares indican amplios yacimientos de gas natural y vastas reservas de minerales valiosos y petróleo. Dentro de ellos el gas natural es un elemento estratégico, pues representa el equivalente de suplir las necesidades de energía de Alemania por 15 años –tal como afirmaron científicos alemanes de la GTZ en la prospección llevada a cabo entre 1996 y 2005-.

4. La plataforma continental frente a la península de Nicoya de unos 12.000 km2 de área, pletórica de nódulos polimetálicos, fundamentales en la industria moderna.

5. Reservas de energía mareomotriz en sitios privilegiados hacia la boca del golfo de Nicoya, indican un potencial entre 25 y 50 megavatios de potencia, incorporables al sistema nacional interconectado de energía eléctrica, generando empleo directo para unas 1200 personas en áreas costeras deprimidas socialmente.

6. Altos potenciales de energía eléctrica por diferenciales térmicos se establecen entre los cañones de la Trinchera Mesoamericana y la plataforma continental, a tan solo 15mn del litoral. Agreguemos a ello el potencial de un oleaje severo, que alcanza frecuentemente entre 8 y 12 pies de altura en varios sitios abiertos del litoral pacífico, que bien podrían generar la energía que requieren los modernos complejos turísticos en sus fronteras.














Ilustración 3.
Mapa Físico General de Costa Rica, acorde con la Constitución Política y su reforma de 1975.
De color blanco los límites internacionales, con indicación del país correspondiente. A lo largo de los límites internacionales se extendería la nueva frontera. Las profundidades están en metros –escala lateral-. Cada grado tiene una dimensión lineal de 60 millas náuticas ó 100km lineales. Autor: Ocean. G. Quirós.

Mayo 2009: oportunidad de oro

La Convención establece en su art.4. Anexo II: El Estado ribereño que se proponga establecer, de conformidad con el art.76 el límite exterior de su plataforma continental más allá de 200 millas marinas presentará a la Comisión las características de ese límite junto con información científica y técnica de apoyo lo antes posible, y en todo caso dentro de los 10 años siguientes a la entrada en vigor de esta Convención respecto de ese Estado.

Costa Rica firmó la Convención en 1992 y hasta el año 2002 nunca gestionó la ampliación de su territorio y soberanía. No obstante ante la presión internacional de países poderosos, recientemente la Autoridad de Fondos Marinos de N.U. ha otorgado a países como el nuestro, la oportunidad trascendente de que antes de mayo del 2009 tenemos de nuevo la oportunidad de reclamar tal ampliación.

La Convención establece en su art.76: La plataforma continental de un Estado ribereño comprende el lecho y el subsuelo de las áreas submarinas que se extienden más allá de su mar territorial y a todo lo largo de la prolongación natural de su territorio hasta el borde exterior del margen continental, o bien hasta una distancia de 200 millas marinas contadas desde las líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial, en los casos en fue el borde exterior del margen continental no llegue a esa distancia.

Originalmente en la génesis de la modificación constitucional de 1975, solo se consideró el segundo párrafo de este artículo y se obvió el concepto de margen continental ampliado, el cual define bien el inciso 3 del mismo artículo: El margen continental comprende la prolongación sumergida de la masa continental del Estado ribereño y está constituido por el lecho y el subsuelo de la plataforma, el talud y la emersión continental.

Geológicamente Costa Rica y la Cordillera Cocos emergieron al mismo tiempo; y por lo tanto la segunda puede ser considerada parte integral del territorio continental. O sea es parte de la aludida emersión continental. Ello nos da plenitud del derecho sobre esos territorios.

Al proclamar en nuestra Constitución (art.5) que la Isla del Coco es parte del territorio nacional, se le puede atribuir a los territorios aledaños a la isla, la misma categoría de emersión continental. Es decir, si nuestro país estuviera constituido solo por un conjunto de islas y una de ellas la Isla del Coco, se aplicaría sin duda lo que reclama el Reino Unido o Australia, no habría razón para negar su solidez como parte integral del estado ribereño.

La Convención también establece los métodos de cálculo aplicables para establecer la extensión del margen continental. En particular los incisos 76.4 y 76.5 ofrecen las mejores alternativas a nuestros intereses, extendiendo nuestro territorio marino y nuestra soberanía, a partir de territorios internacionales libres de disputa. Un nuevo territorio que se extenderá hasta unos 700.000km2 de superficie y una nueva soberanía sobre territorios marinos de hasta 300.000km2, donde tendremos plenitud de derechos, sin necesidad de modificar la Constitución Política (ilustraciones 4 y 5).

Por lo expuesto las organizaciones sociales y los costarricenses que amamos nuestra Patria, los que deseamos lo mejor para nuestros hijos; debemos unir filas y presionar a los poderes de la República para que defiendan nuestros genuinos intereses patrios.

Ilustración 4.

Fondos marinos actuales asignados a Costa Rica según Naciones Unidas. De línea color negro ampliaciones posibles con base en el art.76 de la Convención.









Ilustración 5.

Fondos marinos de Costa Rica. La línea roja indica la nueva plataforma continental que reclmaríamos ante O. N.U. La línea negra el límite actual. Fuente NASA. Adaptación G. Quirós.

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[1] La Convención en este documento.